Mapimi y
el Misterioso Valle del Silencio
La existencia de Mapimí se
desarrolló durante cuatro siglos en torno a la mina de Ojuela, la arquitectura durante el siglo XVII, fue elegante y fastuosa. Justo en la
entrada de la mina apareció el pequeño poblado de Ojuela, mismo que atrajo a
aventureros, buscadores de fortuna y comerciantes, tanta fue su fama que es
mencionado en poemas, leyendas y corridos. El monumental Puente de Ojuela,
todavía despierta admiración por la excelencia de su ingeniería.
En la actualidad, Mapimí se
orienta, más bien, al turismo como actividad económica preponderante, para ello cuenta con su inmenso patrimonio
histórico y silvestre, puesto que se localiza en el corazón de la Reserva de la
Biosfera Bolsón de Mapimí, un área natural de enorme belleza y relevancia para
la preservación de diversos ecosistemas de la región es una cuenca
cerrada, hecho de antiguas lagunas, que forma parte del gran desierto
chihuahuense: una inmensa zona árida que se extiende desde la Sierra Madre
Occidental hasta la Oriental y que se le conoce como la Zona del Silencio,
un lugar donde la naturaleza está rodeada de mitos y leyendas, ya que existe la
creencia, de que en esta zona las transmisiones electromagnéticas no se
propagan, las brújulas no apuntan al norte magnético.
Al caminar por sus calles, se ven los viejos
edificios de cantera, el templo dedicado a Santiago Apóstol, el conjunto del
Servicio Postal y otros inmuebles, testigos de los acontecimientos de
la Independencia y la Revolución, como son la Casa del Cura de Dolores,
donde Miguel Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez descansaron
por cuatro días en su camino a Chihuahua antes de ser fusilados; y la casona
del siglo XVI que por un tiempo fue Palacio Nacional. En 1864, Benito Juárez se
hospedó aquí, durante su peregrinar por el norte del país. Ahora este recinto
es el Museo de Historia de Mapimí donde se resguardan valiosos
documentos de la historia de este municipio y de la actividad minera de la
entrañable mina de Ojuela.
Nombre de
Dios y su Enigmática Iglesia de Jesús Nazareno
Este pequeño pueblo a tan solo 58
kilómetros de Durango, es el más antiguos del estado y de los más visitados de
la región, además de también ser parte del Camino Real Tierra Adentro.
Convirtiéndose en centro evangelizador, hay numerosas iglesias para visitar,
como las ruinas del Ex Convento de San Francisco, la Iglesia de Amado Nervo o
la Parroquia de San Pedro Apóstol, pero sin duda la más renombrada y misteriosa
es la del Jesús Nazareno, que en su interior custodia un objeto emblemático del
lugar y a la vez muy peculiar: un cráneo perforado que evoca una historia casi
épica y un enigma que aún debe ser descifrado
Este templo, de hace 400 años,
tiene una hermosa portada decorada con angelitos que recuerda la arquitectura
michoacana del siglo XVI. En el interior hay múltiples piezas virreinales de
gran calidad: tres grandes cristos procesionales articulados (con los brazos
móviles, para bajarlos de la cruz), una pintura de San Isidro Labrador e
imágenes de bulto policromadas de los apóstoles Santiago, San Pedro y San Pablo
y los arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael.
En los muros hay magníficas
pinturas al fresco con algunas estaciones del viacrucis que ahora son visibles,
porque el cuadro que las ocultaba se encuentra en restauración. Y es
precisamente este cuadro ahora ausente, el de las Ánimas del Purgatorio al que
se refiere la historia. Es un óleo enorme, de varios metros cuadrados. Fue
pintado tal vez en la ciudad de México, y hay críticos que dicen que uno de los
personajes que intenta desesperadamente salir de las llamas del purgatorio es
nada menos que Uraján de Luna.
La otra pieza que remite a la
historia es el propio cráneo de don Uraján, que está en una vitrina vieja y
pequeña en el interior del templo. No es un cráneo común, un enorme agujero
señala que murió asesinado con un golpe de pico. Esto debió ocurrir a
principios del siglo XVII. Probablemente fueron sus enemigos políticos o gente
que fue afectada por sus gestiones.
Pueblo Nuevo y el Parque Natural del Mexiquillo. |
Mexiquillo es un parque
natural ubicado al oeste del estado de Durango, es el paraje natural más
visitado del estado y uno de los de mayor atractivo, el parque tiene una
extensión de 13.475 hectáreas, de las cuales 152.75 hectáreas son
de bosque virgen como reserva ecológica.
A través del parque pueden encontrarse cascadas, un sistema de barrancas, túneles, numerosas formaciones rocosas y un tupido bosque de coníferas. En este lugar encontrarás estas espectaculares rocas que se formaron hace millones de años cuando magna incandescente cubrió la tierra y el viento pulió las rocas. Muy cerca también se encuentra la cascada de Mexiquillo con 20 metros de caída. Es el lugar ideal para días de campo, ciclismo de montaña, caminatas, paseos a caballo o en vehículos todoterrenos.
A través del parque pueden encontrarse cascadas, un sistema de barrancas, túneles, numerosas formaciones rocosas y un tupido bosque de coníferas. En este lugar encontrarás estas espectaculares rocas que se formaron hace millones de años cuando magna incandescente cubrió la tierra y el viento pulió las rocas. Muy cerca también se encuentra la cascada de Mexiquillo con 20 metros de caída. Es el lugar ideal para días de campo, ciclismo de montaña, caminatas, paseos a caballo o en vehículos todoterrenos.
De los entornos naturales del
estado sobresale el de Mexiquillo, un conjunto de rocas de lava petrificada que
asemeja enormes monolitos y que se remonta a la prehistoria. Millones de años
atrás, una gran cantidad de magma incandescente cubrió la superficie de la
tierra. La erosión del viento pulió la roca y sólo las partes más densas
sobrevivieron al desgaste. Ten la certeza de que, bajo tus pies, aún existen
formaciones rocosas esculpidas por los caprichos de la naturaleza que verán la
luz del sol dentro de miles de años.
Muy cerca, en el incomparable
entorno de la Sierra Madre Occidental, el sonido continuo de la cascada de
Mexiquillo, una hermosa caída de agua de 20 metros de altura, llama a
visitarla. La vista es incomparable y los más temerarios no podrían resistirse
a practicar el rapel. Pero eso no es todo: siguiendo el
cauce del río la Ciudad, podrás llegar a unos viejos túneles que fueron
construidos para el tren que uniría las ciudades de Durango y Mazatlán, el
proyecto quedó inconcluso; hoy, esos pasajes son un atractivo para los
aventureros que realizan el trayecto a pie, o en vehículos 4x4.
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